Homilía para el Domingo Vigésimo Noveno del ciclo litúrgico A
22 Octubre 2017
Lectura: Is 45,1.4-6
Evangelio: Mt 22,15-21
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Más de un “piadoso” cristiano se resiste a aceptar la política en la Biblia.
Sobre todo la Lectura de Isaías del domingo actual,
pero también el Evangelio contienen –quiérase o no–
declaraciones políticas.

El gran Rey persa Ciro II es el ejemplo de
un político clave, como Dios manda.
El imperio babilónico ya se ha hundido.
Sin embargo, sus planes van mucho más allá
de una situación como potencia mundial.
Naturalmente él tiene las manos sucias
y también tiene en las manos mucha sangre inocente derramada.

Precisamente a este Ciro se le considera en círculos proféticos como portador de esperanza:
él concederá al pequeño pueblo que Dios,
que vive en la cautividad babilónica el regreso
a Israel y le hará posible reconstruir Jerusalem y
el Templo.
Con este segundo plano, se abre camino un pensamiento sorprendente:
Este soberano pagano, que no tiene ni idea del Dios verdadero, es elegido por el propio Dios y ungido como Rey – por así decirlo como Mesías- para ofrecer la libertad a Su pueblo de Israel.

Pero esto es inimaginable en general:
Un Rey pagano, que no tiene nada que ver con Dios,
un político con poder como el gran Rey persa Ciro,
¿debía ser elegido verdaderamente por el Señor y tomado a Su servicio?
Isaías resuelve el problema con un pensamiento sorprendente:
¡JHWE es el Señor de todos los señores!
Incluso el gran Rey poderoso
es un pequeño instrumento en las manos de Dios.

Se puede aceptar este punto de vista del profeta expresado pragmáticamente.
En la actualidad es una valiosa reflexión,
hasta qué punto también hoy los poderosos de este mundo, en situaciones concretas, sin quererlo,
colaboran en la obra de Dios y en la construcción de Su Reino.
Sin embargo, para poder efectuar tales reflexiones con las urgentes y necesarias diferencias
se necesita el “discernimiento de Espíritus”:
¿Dónde está verdaderamente el Espíritu de Dios en acción y dónde actúa un espíritu totalmente diferente y dirigido en contra de la obra de Dios?

En todo caso, podemos decir espontáneamente:
Siempre allí donde tiene lugar liberación de la necesidad, de la opresión, del trato discriminatorio o de la depresión, aquí actúa Dios.

Silencio

Lo mismo es oportuno un “discernimiento de espíritus”,
si queremos trasladar a nuestra época y a las preguntas políticas concretas de hoy,
la respuesta de Jesús a la pregunta de los fariseos sobre los impuestos.
En todo caso, en primer lugar hay que tener en cuenta que la respuesta de Jesús es una reacción extraordinariamente inteligente, por no decir refinada, a una pregunta capciosa.
Ya sólo por eso este:
“Dad al César lo que es del César
y a Dios lo que es de Dios”
no es transferible sin más a otras situaciones.

Pero vamos a quedarnos en la pregunta sobre los impuestos:
Naturalmente el Estado tiene el derecho de cobrar impuestos,
cuando el sistema impositivo se esfuerza como mínimo por la justicia.
y cuando el Estado cobra impuestos
para hacer frente a sus obligaciones sociales,
entonces se puede entender el pago de tales impuestos incluso como ‘servicio divino’,
que corresponde a la equiparación de Jesús
entre el amor al prójimo y el amor a Dios.

Sin embargo, es problemático
cuando mis impuestos, por ejemplo, se destinan
a equipamiento militar,
que, según la experiencia, en muchos casos
no aporta más seguridad,
sino para innumerables personas
- y cada vez más para civiles, madres e hijos-
significa miseria, expulsión y muerte.
Una aceptación de impuestos en este contexto
es poco realizable como en tiempos de Jesús;
pero una sabia diferenciación y ‘discernimiento de espíritus’, podría y debería presentar alternativas realistas y éstas intentar realizarlas también políticamente.

Lo que debemos al Emperador y lo que debemos a Dios, seguramente no es sólo una ayuda para decidir en las cuestiones relacionadas con los impuestos
sino también en otras muchas cuestiones.
Pero en todo caso es válida aquella prioridad del Profeta Isaías:
Dios es el Señor de todos los señores – ¡también hoy!
Y lo que concretamente corresponde a esta prioridad de Dios puede y tiene que ser clarificado por medio de un ‘discernimiento de espíritus’.

Silencio

Un impulso final es la pregunta sobre el significado de Dios en toda mi vida personal.
Y cada uno tiene que darse una respuesta:
¿Quiero vivir en un espacio sin Dios o alejado de Dios, sin una orientación última llena de sentido, puramente superficial,
llevada en un viaje de ida y vuelta por los ídolos cambiantes en un entorno secularizado
o me decido por una vida en comunión con Dios,
que me conduzca en la alegría y en el sufrimiento?
¿Debe ser ÉL amoroso acompañante y también Señor de mi vida?

Amén.
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