Homilía para el Domingo Quinto del ciclo litúrgico A
5 Febrero 2017
Evangelio: Mt 5, 1-12a
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Inmediatamente después de las ocho Bienaventuranzas del Sermón de la Montaña
sigue el Evangelio de hoy:
“Vosotros sois la sal de la tierra…”
“Vosotros sois la luz del mundo…”
“Vosotros sois la ciudad sobre la montaña…”

¡Llama la atención que aquí Jesús no habla de exigencias!
Más bien comienzan tres palabras con la inaudita constatación: “¡Vosotros sois!”
Estas palabras fueron adjudicadas a las primeras comunidades.
Se constata de forma sobria lo que los cristianos son como comunidad.
Se trata de una forma de “ser” y no de un “deber”  con respecto a ¡“hacer”!
Como Pablo también nosotros podemos decir:
Existiendo “en Cristo” y viviendo “en Cristo”
somos ya de ese modo y sólo de ese modo
sal de la tierra, luz del mundo y ciudad sobre la montaña.

Naturalmente no somos todo esto tanto para nosotros mismos como sobre todo para esta tierra, para
el mundo y para los seres humanos que nos encuentran y en cuyo centro vivimos.
De la misma forma al comienzo de Su vida pública y, por así decirlo, en Su programa existencial, Jesús formula, por tanto, una exigencia misionera
y el carácter misionero de su misión,
a la cual Él también nos ha llamado a nosotros.

Jesús no nos encarga de ningún modo
un ‘rendimiento’:
No se trata de planificar y llevar a cabo campañas publicitarias,
no se trata generalmente de unas actividades especiales.
Se trata sencillamente de ser absolutamente lo que somos ya –
lo que somos por nuestra vocación,
lo que somos por nuestra fe,
lo que somos por el Bautismo.

No por nuestro rendimiento,
sino por el obsequio de la amistad de Jesucristo,
por esta estrecha unión con Él,
por este “ser en Cristo” y “vivir en Cristo”
somos sal de la tierra, luz del mundo, ciudad sobre la montaña.

Contemplemos estas imágenes con más exactitud,
para comprender mejor hasta qué punto Jesucristo
- también a través de nosotros y sencillamente porque nosotros “estamos en Él”-
quiere transformar el mundo y remodelarlo como Reino de Dios.

1. “Vosotros sois sal del mundo”

La sal servía entonces como ahora para condimentar los alimentos y hacerlos sabrosos,
así como para conservarlos de la podedumbre.
Los alimentos que no se salan,
tienen, por regla general, un saber insípido
y no invitan a gustarlos.
En las épocas en que no había congelador ni frigorífico, los alimentos resistían sobre todo por medio de la sal.

La imagen de la sal para cristianos y comunidades cristianas expresa:
Esta tierra como lugar de la vida en común de los seres humanos se hace ‘comestible’ verdaderamente por la presencia de los cristianos.
Esta tierra se convierte por medio de los cristianos – si son verdaderamente cristianos – en un lugar, en el que los seres humanos pueden convivir de una forma ‘humanamente’ constructiva y en justicia y paz, donde la vida mutua no sólo tiene éxito, sino que produce alegría.

Además esta imagen de la sal nos dice:
La vida de los cristianos y de las comunidades cristianas en esta tierra contribuye esencialmente
a la conservación de nuestro espacio existencial
y a la conservación de la creación en general.
Después se incorpora también una interpretación no bíblica sino más moderna de la imagen de la sal en el contexto del anuncio del Reino de Dios.
Hoy la sal marina tiene también una función totalmente curativa (piensen ustedes p.e. en las curas del Mar del Norte).
Los cristianos contribuyen en correspondencia a través de su ser-“en Cristo” esencialmente a curar nuestra tierra tan enferma y herida de muchas maneras.

La sal del Mar Muerto, que Jesús conocía,
tenía una caducidad muy restringida.
En correspondencia a esto puede comprenderse
la advertencia de Jesús en la segunda parte del versículo:
A Sus discípulas y discípulos les pasará algo semejante, si ya no están enraizados en Cristo
y, en consecuencia, ya no viven como corresponde
a la soberanía de Dios que irrumpe.

2. “Vosotros sois la luz del mundo”

A veces decimos a otro:
“¡No pongas tu luz debajo de un celemín!”
Creemos, que debe permitir que su propia luz ilumine.
¡Pero no se trata aquí de esto!
Aquí más bien se trata de no obscurecer la luz divina que resplandece en Jesucristo.
¡Nosotros somos “luz del mundo” porque estamos ‘en Cristo’!
Su Luz ilumina este mundo sobre todo por medio de la presencia de las comunidades cristianas y vitales;
pero también por medio de cada cristiano en particular, que es portador de la Luz de Jesucristo para que resplandezca,
en lugar de ‘ponerla bajo un celemín’.

Este es un aspecto totalmente esencial de nuestra fe:
La espantosa obscuridad de este mundo,
la tenebrosa política que conduce mundialmente a la violencia y a la guerra,
la política social y económica negra como el azabache,
que permite a innumerables personas hundirse en la miseria,
todo esto puede volverse claro como el día
únicamente por medio de aquella luz, que ilumina a los pueblos y en la que el anciano Simeón ha reconocido la salvación del mundo.

3. “Vosotros sois la ciudad sobre la montaña”

Una ciudad sobre la montaña ofrece protección y atrae.
Detrás está la idea de la peregrinación de los pueblos, de la que habla Isaías (Is 2,2-5).
A la ciudad sobre la montaña, por tanto, a la ciudad santa de Jerusalem, a la ciudad de Dios, van a vivir todos los pueblos, fascinados por su orden existencial humanamente feliz.
Ahora es la comunidad de discípulos la ciudad sobre la montaña, la que ofrece orientación a los seres humanos.

En total Mateo deja claro a su comunidad, que un retirarse y salir de puntillas a causa de las “injurias y persecuciones” sería tan paradójico como la sal que se vuelve sosa o la luz que se oculta bajo un celemín.
Hoy, probablemente hablaría Mateo de la luz bajo un celemín porque muchos de nosotros contemplamos su fe como un asunto personal.

Muy al contrario la esencia de los cristianos es ser sal en la tierra para que los seres humanos puedan comer y saborear;
ser luz del mundo para que los seres humanos puedan amar y confiar unos en otros;
ser ciudad sobre la montaña para que los seres humanos puedan orientarse y sentirse seguros.

Amén.
www.heribert-graab.de   
www.vacarparacon-siderar.es