Homilía para el Domingo Tercero del ciclo litúrgico A
22 Enero 2017
Lectura: Is 8, 23-9,6 (¡!)
Evangelio: Mt 4,12-17
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Actualmente se habla a menudo de la relación entre religión y violencia.
Y después también se habla muy rápidamente de la historia de violencia en el cristianismo y de la abundancia de relatos de violencia en la Sagrada Escritura de judíos y cristianos.

Naturalmente la Biblia refleja la realidad de la violencia también en el pueblo de Dios.
Y verdaderamente en la conquista de la tierra prometida la Biblia canta una alabanza a Dios,
que no sólo aprueba esta violencia sino que incluso la apoya.
¿Cómo es posible esto?

También a esta pregunta la propia Biblia da una respuesta:
El auténtico ‘pecado original’ de la humanidad
- querer ser como Dios, es decir, incluso querer ser el propio Dios-
se concreta en la violencia desbordante contra los demás.
Comienza con el asesinato de Abel por su hermano Caín.
Y en seguida se multiplica esta violencia asesina de Caín:
“Dijo Lamek a sus mujeres:
Adá y Sil-lá, oíd mi voz:
Mujeres de Lamek, escuchad mi voz:
Yo maté a un hombre por una herida que me hizo
y a un muchacho por un cardenal que recibí.
Caín será vengado siete veces,
mas Lamek lo será setenta y siete.” (Gn 4,23 ss)
La violencia desborda la historia de la humanidad tanto que Dios, según la tradición bíblica, decide
arrasar la tierra y se arriesga con Noé a un nuevo comienzo:
“La tierra estaba corrompida a los ojos de Dios
y estaba totalmente viciada…
Dios habló a Noé:
He decidido acabar con toda carne,
porque la tierra está llena de violencia por ella.
Ahora quiero exterminarla de la tierra.” (Gn 6,11.13)

El ‘nuevo comienzo’ hasta hoy no ha terminado con la violencia;
pero ahora comienza una reflexión crítica sobre la violencia y el esfuerzo para contenerla.
Así dice ya el Salmo 33:
“No queda a salvo el Rey por su gran ejército,
ni el bravo inmune por su enorme fuerza.
Vana cosa el caballo para la victoria,
con toda su fuerza no puede salvar a nadie…
Sin embargo, nuestra alma espera en el Señor;
Es para nosotros escudo y ayuda.”

Después los profetas hacen del rechazo de la violencia uno de sus grandes temas – p.e. en  la Lectura de hoy:
El telón de fondo es la historia de Israel:
Este pequeño pueblo fue continuamente oprimido por los poderosos:
Las tribus de Sebulon y Naftali p.e. se extinguieron en el año 733 a. de C. con la conquista del Reino del Norte de Israel por los asirios.
Ante la faz de estas obscuras horas en la historia de Israel Isaías promete finalmente una luz de paz regalada por Dios: un enviado de Dios, el Mesías (¿?), que en el libro de Isaías es denominado ‘el siervo de Dios’.
Por medio de Él, Dios destruye el opresivo yugo:
“Toda bota, que sea opresiva,
todo manto, que esté manchado con sangre
se quemará, se convertirá en alimento del fuego.”

En Isaías el enfrentamiento con la violencia
se convierte en predicación de una rigurosa no violencia y del desarme, que expresa aproximadamente así:
“Juzgará entre los pueblos…
Forjarán de sus espadas azadones
y de sus lanzas podaderas.
No levantará la espada nación contra nación,
ni se ejercitará más en la guerra.” Is 2,4)
El final de la Lectura la he completado:
“Nos ha nacido un Niño, un Hijo se nos ha regalado…”
Hemos leído este texto en Navidad:
El Nuevo Testamento y la Iglesia cristiana
ve en el “siervo de Dios” de Isaías a Jesucristo,
que ha venido a este mundo para traer la paz
y esto en el camino de Isaías, en el camino de la
no violencia.

Todos ustedes conocen los textos correspondientes del mensaje de Jesús, como por ejemplo el del Sermón de la Montaña:
“Vosotros habéis oído que se dijo:
ojo por ojo y diente por diente.
Pero Yo os digo:
No opongáis al que os hace algo malo ninguna resistencia, sino que cuando uno te golpee en la mejilla derecha, ponle también la otra.” (Mt 5,38 s)

En los primeros tiempos del cristianismo se sacó de este y otros textos semejantes la consecuencia de la objeción de conciencia.
No pocos cristianos de la primera época aceptaron por esto el martirio.
Pero más tarde en la Iglesia y hasta nuestros días se dio la interpretación de que estas rigurosas exigencias y sobre todo la totalidad del Sermón de la Montaña no son realistas y naturalmente no tenían nada que ver con la política.

Pero como la Biblia refleja un proceso de desarrollo de la Revelación y sobre todo de nuestra comprensión de la Revelación, así se desarrolla naturalmente la comprensión de la Revelación,
también en las épocas bíblicas posteriores, en la historia de la Iglesia y por tanto, hasta el día de hoy.
   
Tomen ustedes como ejemplo sólo la pena de muerte: que es un pequeño detalle del ejercicio estatal de violencia.
En la Edad Media, la propia Iglesia promovió en las autoridades estatales ejecutar a las personas.
En los tiempos modernos la Iglesia todavía defiende en el catecismo universal de 1992 que la pena de muerte es legítima en casos especialmente graves.
Por primera vez el Papa Juan Pablo II
(en la Encíclica “Evangelium vitae”)
con su intransigente “Cultura de la vida”,
se convirtió en el pionero de la abolición de la pena de muerte.

En un sentido esencialmente más extenso se continúa desarrollando la doctrina de la Iglesia
en las cuestiones de la guerra, de la paz y de la no violencia.
Hasta el siglo XX fue válida la doctrina de San Agustín sobre la “Guerra justa”.
Hoy, y como consecuencia, de la experiencia de dos guerras mundiales se desarrolla en el ecumenismo cristiano cada vez más el modelo de una “paz justa”.
En la Iglesia católica aboga por ello Juan XXIII y su Encíclica “Pacem in terris” así como Pablo VI con su fascinante discurso sobre la paz ante la ONU.

Desde Pablo VI celebra al Iglesia a principios de Enero la jornada de la paz mundial.
Este año el Papa Francisco con ocasión de este día ha expresado la posición de la Iglesia sobre el tema de la paz y de la violencia, otra vez en el sentido de ajustarla de nuevo en el sentido del Evangelio:
Francisco titula su mensaje para la jornada de la paz de 2017:
“La no violencia: estilo de una política para la paz”
Con esto la Iglesia está más cercana de lo que nunca estuvo en esta cuestión al mensaje de Jesús-
aunque aún podría pasar algún tiempo
hasta que la Iglesia contribuya a esto todo lo posible, a presentar este mensaje en la política práctica de forma universal, inequívoca, intransigente y efectiva.

Un hombre como Mahatma Gandi o también
la pacífica reunificación de Alemania demuestran que también complicados y grandes problemas políticos se pueden resolver sin violencia.
Y nadie debiera mantener a priori que es imposible p.e. resolver la guerra de Siria sin violencia.
En conclusión yo pienso que las guerras ya hace mucho tiempo que debieran pertenecer al pasado y las sumas que se gastan en armamento debieran invertirse en métodos para la solución de los conflictos de forma no violenta.

Ciertamente no debiéramos dejar pasar por alto
que el Papa Francisco no formula su mensaje de paz hasta en muchos de sus detalles sólo para la política sino tanto más para nuestra vida diaria en común en las más pequeñas comunidades de nuestra vida y sobre todo en nuestras familias.
Quizás debieran ustedes bajo esta consideración leer con tranquilidad todo el texto del mensaje de paz de 2017 y también dialogar con otras personas sobre esto.

Amén.
www.heribert-graab.de
www.vacarparacon-siderar.es