Homilía para el Tercer Domingo de
Adviento, ciclo C, 12 Diciembre 2021 |
Imagen para la
contemplación: “Conceptio per aurem”
(Concepción a través de la oreja derecha) Autor: P. Heribert Graab S.J. |
La Encarnación de Dios en Jesús de Nazareth es no sólo un acontecimiento histórico. Más bien Dios quisiera encarnarse también hoy y aquí. Él quisiera ‘venir’ a mí mismo y a cada uno de nosotros. ‘Adviento’ - ¡Muy personal! Esto puede y debe ser muy concreto: En el “Angelus” recuerda la Iglesia diariamente la Encarnación de Dios entonces en María: “El ángel del Señor anunció a María el mensaje y ella concibió del Espíritu Santo. María dijo: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.” Esta escena del mensaje del ángel Gabriel a María ha sido representada muy a menudo en la historia del arte cristiano por los artistas más famosos. Probablemente conocemos incluso imágenes de este encuentro de María con el ángel. Con frecuencia llega mientras tanto en forma de una paloma el Espíritu Santo en un rayo de luz que desde Dios desciende a María. ¿Es quizás para ustedes llamativo que la Paloma del Espíritu en estas imágenes con frecuencia inmediatamente apunta a la oreja de María? Aislado se hace aún algo más claro el lenguaje iconográfico de estas representaciones: El arcángel Gabriel es “sólo” el portador del mensaje; la verdadera Palabra, la ‘Palabra de Dios’ viene de la boca del Padre y por así decirlo se desliza como embrión sobre el rayo de luz que va directamente a la oreja. María es “totalmente oido”. Ella se vuelve hacia aquello que sobrepasa la realidad. Ella escucha lo que sobrepasa los límites de lo real. Se tata de un escuchar más allá de los límites, es una “Conceptio per aurem”. Estas imágenes son denominadas así en la historia del arte: ‘Conceptio per aurem’ – por tanto ‘Concepción a través de la oreja’. Y ciertamente también hoy tendría buena acogida: La Palabra de Dios debe alcanzar nuestro oído interior, penetrar en nosotros y tomar cuerpo en nosotros. Por tanto, hoy por medio de nosotros debe tener “manos y pies”. Por tanto, también hoy debe encarnarse por medio de nosotros. Para ello tendríamos que tener un oído muy fino y estar dispuestos a la acogida de la Palabra de Dios. Y entonces tendríamos que reaccionar y tendríamos que responder como María: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu Palabra.” O como oramos continuamente en el “Padre Nuestro”: “¡Hágase tu voluntad!” Pero sobre todo depende de que –como María- sigan también hechos a estas palabras. Entonces en la vida diaria dejaríamos que nuestra voluntad se determinase por la voluntad de Dios y la voluntad de Dios no sólo en palabras, sino en vivirla día tras día. Amén www.heribert-graab.de
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