Homilía para el
Cuarto Domingo de Adviento “A”

22 Diciembre 2019
Lectura: Is 7,10-14
Evangelio: Mt 1,18-24
Autor: P. Heribert Graab S.J.
La Lectura profética cuenta:
En una época de gran opresión del pueblo de Israel
Dios alentó a Acaz, Rey de Israel:
“¡Conserva la serenidad, no temas!”
E Isaías añade la misteriosa promesa de Dios:
“El Señor os dará una señal:
Ved que una joven concebirá un niño,
alumbrará un hijo,
y le dará por nombre Enmanuel (Dios con nosotros).

El Evangelio del cuarto domingo de Adviento narra
luego la historia de Navidad desde el punto de vista de José.
La combinación de ambos textos bíblicos sugiere:
El signo prometido a Acaz
se dará verdaderamente a José.
Es comprensible que él en principio no entendiese
sino que “decidiese separarse de su prometida.”

Pero después se convierten en “signo” para él
en un sueño o –mejor - poco a poco en varios sueños
todos los acontecimientos sobre el nacimiento de Jesús.
La artista Beate Heinen ha retenido este proceso de comprensión creciente en una imagen navideña de gran sensibilidad:

 

Beate Heinen ha pintado a José como “el que sueña”.
El ángel envuelve muy dulcemente con sus alas
al durmiente José-
como si le quisiera manifestar el tierno amor de Dios
y protegerle de los apremiantes peligros.
Al mismo tiempo le señala con la mano derecha la “estrella de Bethlehem”.
Esta estrella muy luminosa,
que también conduce a los magos de Oriente hacia Bethlehem,
garantiza el misterio de la Encarnación de Dios,
que José admite ante los magos.

Beate Heinen agrupa alrededor de José
las decisivas escenas del Nacimiento de Jesús,
en las que José juega un papel clave:
-    Con los brazos abiertos acepta José a su joven esposa.
-    Hace con ella el camino hacia Bethlehem.
-    Allí experimenta con ella el acontecimiento del Nacimiento en el establo.
-    Y finalmente huye con ella y con el Niño hacia Egipto.

Los sueños también pueden ser signos:
Poniendo al día y también interpretando situaciones de la propia vida acumuladas en el subconsciente, abren perspectivas para el futuro y para la acción
y así se convierten en “signos”.
Un sueño puede también poner en relación “signos” que transmite la fe para la propia vida:
Por ejemplo, el “ángel” o también la “estrella”,
es decir, en general la luz.
Estas experiencias oníricas probablemente las hemos tenido muchos de nosotros a veces.

La artista en su imagen de Navidad alrededor de la figura de José esboza, por así decirlo, una Cruz como elemento estructural por medio de toda la imagen.
Y, en verdad la Cruz, forma parte irrevocable
del tiempo de Adviento y de Navidad.
No es por casualidad que los pintores medievales
le hayan dado a la Cruz un lugar en el pesebre.

Anímense a contemplar ambos:
La Cruz atraviesa esta parte de la vida de José
y, al mismo tiempo, el cariñoso amor de Dios,
en el que él permanece oculto en todo lo que sucede.

Y descubran con los ojos abiertos y sentido de la fe todos los muchos “signos”, que en este tiempo de Adviento y Navidad señalan la presencia de Dios aquí en este mundo y en nuestra vida.

En Su Encarnación en medio de nosotros
y después en los magníficos signos de Su vida humana, que manifiestan Su gloria y,
al mismo tiempo, Su amorosa proximidad.

Amén
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