La Cena de Jesús

Del Antiguo Testamento:

El texto siguiente procede del Libro del Éxodo, que relata la liberación de Israel de la “esclavitud de Egipto” y que hasta el día de hoy constituye el fundamento de la Cena pascual judía. Es una comida que recuerda la acción liberadora de Dios. Esta comida también la celebró Jesús con sus discípulas la víspera de su Pasión y muerte. El relato del Libro del Éxodo también para los cristianos forma parte integrante de la liturgia del Jueves Santo. (Ex 12,1-8 y 11-14).

En aquellos días habló el Señor a Moisés y a Aarón en Egipto: Este mes será para vosotros el comienzo de los meses; será el primero de los meses del año. Hablad a toda la comunidad de Israel y decid: El día diez de este mes tomará cada uno para sí una res de ganado menor por familia, una res de ganado menor por casa. Y si la familia fuese demasiado reducida para una res de ganado menor, traerá al vecino más cercano a su casa, según el número de persona y conforme a lo que cada cual pueda comer. El animal será sin defecto, macho, de un año. Lo escogeréis entre los corderos y cabritos. Lo guardaréis hasta el día catorce de este mes; y toda la asamblea de la comunidad de los israelitas lo inmolará entre dos luces. Luego tomarán la sangre y untarán las dos jambas y el dintel de las casas donde lo coman. En aquella misma noche comerán la carne. La comerán asada al fuego, con ázimos y con hierbas amargas.

Así lo habéis de comer: ceñidas vuestras cinturas, calzados vuestros pies, y el bastón en vuestra mano; y lo comeréis de prisa. Es Pascua de Yahveh. Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto. Yo, Yahveh. La sangre será vuestra señal en las casas donde moráis. Cuando yo vea la sangre pasaré de largo ante vosotros y no habrá entre vosotros plaga exterminadora cuando yo hiera el país de Egipto. Este será un día memorable para vosotros, y lo celebraréis como fiesta en honor de Yahveh de generación en generación. Decretaréis que sea fiesta para siempre.

Del Nuevo Testamento:

El relato más antiguo de la Cena de Jesús no se halla en los Evangelios sino en la Primera Epístola del Apóstol Pablo a la Comunidad de Corinto. Esta Epístola fue escrita en torno a los años 53-55 d. de Cristo. Pero Pablo dice expresamente que a él ya le fue transmitido este relato tal como lo redactó. Por consiguiente, tenemos que interesarnos por un texto que se remonta al tiempo inmediatamente posterior a la Muerte y Resurrección de Jesús. También este texto tiene su sitio firme en la liturgia del Jueves Santo. (1 Cor 11,23-26).

¡Hermanos y hermanas! Yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús la noche en que fue entregado tomó pan y, después de dar gracias, lo partió y dijo: Éste es mi cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío. Asimismo también tomó la copa después de cenar diciendo: Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío. Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga.

El relato de la Cena según Mateo (Mt 26,17-29)

El primer día de los Ázimos los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: ¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua? Él les dijo: Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos. Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.

Al atardecer, se puso a la Mesa con los Doce. Y mientras comían dijo: Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará. Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: ¿Acaso soy yo, Señor? Él respondió: el que ha mojado la mano conmigo en el plato, ése me entregará.

El Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido! Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: ¿Soy yo acaso, Rabbí? Dícele: Sí, ¡tú lo has dicho!
Mientras estaban comiendo, tomó Jesús el pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos dijo: Tomad y comed porque esto es mi cuerpo. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: Bebed todos de ella, porque ésta es mi sangre de la Alianza que es derramada por muchos para el perdón de los pecados. Yo os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día en lo que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre.


El Evangelio de Juan relata el Lavatorio de Jesús
(Jn 13 3b – 15)

A diferencia de los Sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) el más joven de los evangelistas no relata una Cena de Jesús con sus discípulos, no menciona la institución de la Eucaristía, sino que relata en su lugar el Lavatorio. Evidentemente el relato de la Cena le es conocido por los otros Evangelios y ciertamente por ello la substituye por la historia del Lavatorio para dejar claro que ambos son complementarios e incluso finalmente se trata de lo mismo: comunidad con Jesús y servicio a los demás. No está en absoluto tan claro que nosotros consideremos la Cena como un “sacramento”, que sirva para el Lavatorio.

Jesús se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se pone a lavar los pies de sus discípulos y secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
Llega a Simón Pedro; éste le dice: Señor ¿Tú lavarme a mí los pies? Jesús le respondió: Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde. Le dice Pedro: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavo, no tienes parte conmigo. Le dice Simón Pedro: Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza. Jesús le dice: El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos. Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: No todos estáis limpios.
Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y el “Señor”, y decís bien porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.
 

Nuestro Pesebre:

La escena de la Cena fue creada nuevamente para el Pesebre de Pasión y Pascua del año 2.002. Esta vez está en lugar de la escena del Huerto de Getsemaní y también estará para que se vea durante los días de Pascua, ya que nosotros en la Cena, por así decirlo, celebramos “comprimido” todo el misterio de la Pasión y de la Pascua, y con ello el “centro de nuestra fe” – y esto diariamente y, en especial, el día semanal de la conmemoración de la Resurrección de Jesús.

La estancia de la Cena tiene un fondo, como el que Leonardo da Vinci se imaginó y pintó en el cuadro más famoso de la Cena. Alrededor de la mesa están, como en Leonardo, los doce Apóstoles reunidos en torno a Jesús – o más exactamente sólo once. Pues Judas ya ha abandonado la Comunidad. Él ha andado en negrura el camino hacia el Sumo Sacerdote y los ancianos del pueblo, para entregar a Jesús En la mano lleva la bolsa con las treinta monedas de plata, que llamamos hasta hoy el “salario de Judas”. Fue recibido por dos soldados. Quien lo contempla con precisión, descubre que Judas pisotea una palma de la entrada jubilosa en Jerusalem: el “Hosanna” es dejado atrás. Ya no durará mucho tiempo, hasta que el “Crucifícale” triunfe.

Entretanto, Jesús en la mesa parte el pan para sus amigos: “Esto es mi Cuerpo”. Y después, también Él tomará en la mano el cáliz de la bendición” y dirá: “Ésta es mi Sangre, Sangre de la Alianza que será derramada por muchos para el perdón de los pecados.”

Aunque los Evangelios no dicen nada de esto, somo muchos los cristianos que están convencidos de que las mujeres del grupo de los discípulos de Jesús estuvieron presentes en la Cena – sobre todo María de Magdala, que ya era considerada en algunas de las primeras comunidades como Apóstola. Por eso, María Magdalena es la única mujer presente en nuestra escena de la Cena. Está de rodillas en el suelo – delante de una jofaina con agua y de una vasija de ungüento – y se dispone a lavar los pies de Jesús y de los discípulos. Según el Evangelio de Juan, Jesús mismo ha realizado este servicio del Lavatorio. Pero repetidas veces está en los Evangelios el relato de que las mujeres lavaron y ungieron los pies de Jesús: la pecadora anónima (Lc 7) o también María de Betania que, a menudo, es confundida con María de Magdala. Por causa de esta confusión, se representa por lo general a María de Magdala con un frasco de ungüento. En todo caso, ella es la primera entre las mujeres, que prepara la unción del cuerpo de Jesús. En línea con todas estas historias encajadas, María también está representada en nuestra escena del Pesebre.