¡Bienvenidos
a los Ejercicios Online!
La oración es siempre reposo.
En la oración no debe producirse esfuerzo (aunque naturalmente
también se tiene que hacer algo, por ejemplo perseverar de forma
paciente). Pero la oración es siempre y en primer lugar, un don,
un regalo.
Orar es un tiempo en el que uno puede descansar en Dios (aunque a veces
tenga uno que luchar con Dios como Jacob).
Los Ejercicios Online quisieran ayudar a que ustedes se permitan este
reposo un par de minutos al día. Una o un acompañante
personal les ofrecerá diariamente un breve impulso para llegar
al diálogo con Dios. Ésta es la oferta de los Ejercicios
Online.
Los próximos Ejercicios Online tendrán lugar:
* Otoño
2019:
02 Septiembre - 29 Septiembre
*
Adviento
2019:
25 Noviembre - 22 Diciembre
Las y los acompañantes de los Ejercicios Online se presentan
brevemente en la página “¿quién
acompaña?”.
Las informaciones para la inscripción en los Ejercicios Online
las encuentran ustedes aquí.
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Un camino hacia el centro
Un laberinto no es en absoluto un jardín
erróneo. Aunque con muchos rodeos siempre se consiguió
llegar al centro. Desde una época muy temprana el laberinto en
el cristianismo es una imagen de la vida del ser humano, que
está en búsqueda, que anda caminos serpenteados, a veces
incluso caminos aparentemente de vuelta atrás, pero finalmente
halla su propio centro y allí se encuentra con Cristo, el
Resucitado.
Esta interpretación del laberinto se fundamenta en la saga
griega de Teseo, que fue enviado –como muchos jóvenes
antes que él– por decirlo de alguna manera, como
“reparación” al Rey Minos de Creta, que había
vencido a los atenienses en la batalla. Él debía ser
enviado a la caverna del laberinto del Minotauro como víctima
propiciatoria. Hasta ahora este toro salvaje y divino había dado
muerte a todas sus víctimas. Nadie había logrado salir
del laberinto mortal, pero Teseo había hallado antes el amor de
Ariadna, la hija del Rey, la cual estaba convencida de que él
podría vencer al Minotauro y le dio para el camino un ovillo de
hilo rojo, con el cual encontraría el camino de vuelta a
través de la obscuridad. De este modo, Teseo descendió al
laberinto, venció al Minotauro en su abismo (en el centro de la
obscuridad mortal) y de nuevo ascendió con la ayuda del hilo de
Ariadna: volvió a la luz de la vida.
Los primeros cristianos refirieron esta saga al Cristo pascual:
“que descendió al reino de los muertos y resucitó
que al tercer día de entre los muertos”. Por consiguiente,
el laberinto es un símbolo pascual de nuestro propio camino a
través de la obscuridad de la muerte hacia la luz de la
mañana pascual. Toda espiritualidad tiende a hacer el camino de
la vida con Cristo a través de todas las obscuridades para
llegar con ÉL a la vida pascual. Los Ejercicios on-line pueden
ser algo así como el “hilo rojo de Ariadna”.
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