El anuncio del ángel a María

Maria Begegnung mit dem Engel
Maria vor ihrem Haus in Nazareth Begegnung mit dem Engel

Lucas relata en su Evangelio la historia de la escena:


En el sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazareth, a una virgen prometida a un hombre llamado José, de la estirpe de David; el nombre de la joven era María. El ángel entró donde estaba María y le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo. Al oír estas palabras, ella se turbó y se preguntaba qué significaba tal saludo. El ángel le dijo:
No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. Él será grande, será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la estirpe de Jacob por siempre y su reino no tendrá fin.

María dijo al ángel: ¿Cómo será esto si yo no tengo relaciones con ningún hombre? El ángel le contestó: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que va a nacer será santo y se llamará Hijo de Dios. Mira, tu pariente Isabel también ha concebido un hijo en su vejez y ya está de seis meses la que todos tenían por estéril; porque para Dios nada hay imposible. María dijo: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra. Y el ángel la dejó.

El pesebre de Adviento de St. Michael representa esta escena de forma muy sencilla ante la silueta de Nazareth.
 

Explicación:

“El ángel del Señor trajo a María el mensaje...
y ella concibió del Espíritu Santo.”

Así anuncia diariamente el toque de campanas del “Angelus” el misterio de fe del nacimiento virginal de Jesús. Por consiguiente, día tras día recordamos este mensaje del Evangelio de Lucas. Y día tras día también nos recuerda durante el Adviento esta escena del pesebre, el misterio de la Encarnación de Dios. Los teólogos se han hecho muchas reflexiones sobre esto más allá de los siglos y además a veces han pasado por alto que el Evangelio de Jesucristo nos comunica un mensaje de fe, pero no presenta acontecimientos históricos en la forma de la ciencia histórica moderna y ni siquiera quiere hacer declaraciones de biología.

Claro e incontestable es que el ángel con su anuncio a María quiere dejar claro que el Niño que María debe concebir será un Hijo de Dios: creado y querido por ÉL. No es un producto ni criatura de la potencia humana ni de la voluntad humana, no generado por el hombre sino por Dios. Con ello el ángel quiso anunciar: Con Jesús viene Dios al mundo. Por medio de ÉL quiere ÉL estar entre nosotros.

Quizás quiso el ángel, hablando a María, decirnos también a nosotros y a todos: Vuestros hijos no son vuestros hijos, son hijos del deseo divino, de la voluntad divina, del poder y la potencia divina. Son hijos de Dios. Y también nosotros como hijos de nuestros padres, no somos sólo producto de la fuerza de la generación humana sino queridos desde la eternidad por Dios, hijos de Dios. O dicho proféticamente: “nos ha llamado por nuestro nombre” (Is 43,1), “cuando aún estábamos en el seno materno” (Is 49,1). Entendido así, el mensaje del ángel suena para todos los padres, padres y madres: Como Jesús así son también vuestros hijos no criaturas vuestras, sino generadas por Dios y creadas y, por consiguiente, hijos de Dios.  Por eso no es sólo María la que pare un Hijo de Dios, sino todas las madres. El ángel del Señor trajo a María un mensaje, que se aplica a todas las personas – lo que de ningún modo disminuye la unicidad y particularidad del nacimiento de Jesús por medio de María.

Y aún otro aspecto del mensaje del ángel nos concierne a nosotros mismos: nosotros mismos somos este mensaje. Nosotros somos el mensaje a los seres humanos de nuestro origen divino. Pues con cada uno de nosotros Dios quiere venir al mundo. El gran teólogo y místico Maestro Eckhart habla de ello alrededor del año 1320 diciendo, que la “Palabra”, por consiguiente Jesucristo, quiere nacer de nuevo en el alma de todo ser humano. “Dios se ha hecho hombre para que nosotros seamos hijos de Dios”, continúa diciendo el Maestro Eckhart. Pero Cristo debe nacer en cada uno de nosotros , así es tanto más el mensaje del ángel a María para todos nosotros. Y tanto más importante es también, que no sólo María dijese entonces “Sí” a este plan de Dios, sino que cada uno(a) de nosotros diga “Sí” al plan divino de la Encarnación de Dios. Y esto es válido, naturalmente, no sólo para las mujeres, sino del mismo modo para los hombres. Todos nosotros podemos y debemos dejar a Dios hacerse hombre. El Sí de María puede ser además para nosotros modelo y estímulo.
Según Conrad M. Siegers