Rosette des Straßburger Münsters
Rosette des Straßburger Münsters
Die Rose ist
in
ihrer Schönheit und Zartheit
Symbol für alles, was schön und zart, was den Wunsch und die
Sehnsucht wert ist,
zumal für die geliebte Frau und das erwünschte Kind.
Eine Erinnerung an das Paradies wird darin spürbar.
Die Rose ist jedoch für den mittelalterlichen Menschen
und in der Tradition christlicher Mystik mehr als das:
Sie ist auch das Symbol der himmlischen Fülle und Vollkommenheit.
Im Empyreum, dem Ort, der die Welt umgibt und durchdringt,
dem Ort des allgegenwärtigen Gottes,
der zugleich der Ort des Paradieses ist,
wohnen die Menschen nach Dantes "Paradiso"
in der Fülle der Blätter einer himmlischen Rose von
unendlichem Ausmaß.
Diesem Gedanken geben die Dome des Mittelalters
in ihren großen Rosetten Ausdruck,
und sie meinen damit zugleich die vollkommene Welt
und den vollkommenen Menschen
in der Gestalt "Unserer lieben Frau".
"Ma Donna" sagen die Italiener, "Notre Dame" die Franzosen.
Sie kennen das Lied
"Maria durch ein' Dornwald ging,
der hatte in sieben Jahrn kein Laub getragen...
Was trug Maria unter ihrem Herzen?
Ein kleines Kindlein ohne Schmerzen...
Da hab'n die Dornen Rosen getragen,
als das Kindlein durch den Wald getragen..."
Als Maria durch den Dornwald ging,
durch die Zone der Schmerzen, der Leiden und des Todes,
da trugen die Dornen dieser Welt und dieses Menschenschicksals Rosen,
Zeichen der Fülle eines unversiegbaren Lebens.
So wird Maria, die Mutter Gottes, gerade von Künstlern des
Mittelalters
immer wieder mit Rosen dargestellt.
Eines der schönsten Bilder dieser Art befindet sich in Colmar:
"Maria im Rosenhag" von Martin Schongauer.
Nicht weit davon, in Straßburg dann diese
wunderschöne Rosette.
In beiden Kunstwerken geht es um die Fülle Göttlichen Lebens,
das nicht nur unter dem Herzen Marias,
sondern in der Seele eines jeden Menschen
Gestalt annehmen soll.
Die Geburt des "himmlischen" Kindes in uns,
die Fülle Göttlichen Lebens im Menschen
ist der Sinn der Betrachtung jener Marienbilder mit der Rose,
ist der Sinn auch der Betrachtung dieser Rosette.
N
Nach Jörg Zink
Rosetón de
la Catedral de Estrasburgo
Rosetón de
la Catedral de Estrasburgo
La
rosa
es en su belleza y delicadeza
símbolo
de todo lo que es hermoso y delicado,
de lo
que es valioso para el deseo y la nostalgia,
sobre
todo de la mujer amada y del niño deseado.
En ella
se hace perceptible un recuerdo del paraíso.
Sin
embargo, la rosa es más que esto para las gentes de la Edad Media
y en la
Tradición de la mística cristiana:
Es
también el símbolo de la plenitud y perfección
celestial.
En el
empíreo, el lugar que penetra y rodea el mundo,
el
lugar del Dios omnipresente,
que
simultáneamente es el lugar del paraíso,
viven
las personas, según el “Paradiso” de Dante,
en la
plenitud de los hojas de una rosa celestial de dimensión
infinita.
Las
catedrales de la Edad Media expresan
este
pensamiento en sus grandes rosetones,
y con
ello se imaginan al mismo tiempo el mundo perfecto y
el ser
humano perfecto en la figura de “nuestra amada Señora”,
“Ma
Donna”, dicen los italianos, “Notre Dame” los franceses.
Ustedes
conocen la canción:
“María
andaba por un bosque de espinas,
que no
había producido ningún follaje en siete años…
¿Qué
llevaba María bajo su corazón?
Un
pequeño Niñito sin dolores…
Aquí
las espinas llevaban rosas,
que el
Niñito llevaba por el bosque….”
Cuando
María andaba por el bosque de espinos,
por la
zona de los dolores, de los sufrimientos y de la muerte,
aquí
las espinas de este mundo y de este destino humano llevaban rosas,
signos
de la plenitud de una vida inagotable.
Así
se representa a Maria, la Madre de Dios por los artistas del medioevo.
Una de
las más hermosas imágenes de esta clase, la hemos
contemplado
en la
peregrinación parroquial de este año en Colmar:
“María
en el bosque de rosas” de Martin Schongauer.
Y, acto
seguido, vimos en Estrasburgo este maravilloso rosetón.
En
ambas obras de arte se trata de la plenitud de la vida divina,
que no
sólo bajo el corazón de María,
sino en
el alma de cada uno debe tomar forma.
El
nacimiento del Niño “celestial” en nosotros,
la
plenitud de la vida divina en el ser humano,
es el
sentido de la contemplación de aquellas imágenes de
María con la rosa,
es
también el sentido de la contemplación de este
rosetón.
Jorg Zink
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