Menschwerdung Gottes:

Weihnachten - Erscheinung des Herrn




Juan de Flandes, XV. Jahrhundert

Weihnachten ist die Folge der Menschwerdung


Täglich werden überall auf der Welt Kinder geboren -
auch unterwegs, auf der Flucht, in Ställen
und an noch viel ärmeren, ja sogar menschenunwürdigen Orten.
Und doch ragt diese eine Geburt, die wir Weihnachten feiern,
aus allen Geburten aller Zeiten heraus.
Warum?

Das eigentliche "Wunder" oder besser
das eigentlich nicht Vorstellbare, das nie zu Erwartende,
geschah neun Monate vor dieser Geburt:
In der Empfängis dieses Kindes
wird Gott selbst ein Mensch,
Er wird unser Bruder,
Er wird in allem uns gleich - außer der Sünde.

Der Maler bringt dieses Geheimnis in seinem Verkündigungsbild
zum Ausdruck durch traditionelle Zeichen und Symbole:
Der Engel als Bote Gottes steht für Gott selbst,
der Maria in Seinen Dienst ruft.
Die Taube - der Gottesgeist selbst -
bewirkt in Maria Gottes Menschwerdung,
weil sie ganz offen ist für Sein Wirken.
Die Lilie - nicht nur vordergründig Zeichen der "Reinheit" -
steht vor allem für diese vorbehaltlose Aufnahmebereitschaft.
Das Buch in Marias Händen ist Gottes "Heilige Schrift".
Maria lebt mit der Offenbarung und mit den Verheißungen Gottes.
Sie hat sie verinnerlicht und geht darin auf.
So ist sie ganz sensibel für Gottes Wirken in ihrer persönlichen Gegenwart.

Statt dies Geheimnis der Menschwerdung zu feiern,
feiern wir Weihnachten als das Fest
der Geburt des menschgewordenen Gottes.
Das hat einen Grund:
Die Geburt und deren Verkündigung an die Hirten
ist ein erster Schritt der "Erscheinung des Herrn"
vor den Augen "aller Welt".
Wir feiern dieses Offenbarwerden der Menschwerdung
gleich mehrfach:
 Bald nach Weihnachten feiern wir
Gottes Erscheinen vor den "Weisen",
die wir nicht von ungefähr auch "Könige" nennen;
denn sie repräsentieren die ganze Völkerwelt.
Und schließlich feiern wir Sein "Erscheinen"
vor der Öffentlichkeit Seines Volkes
bei der Taufe Jesu durch Johannes am Jordan.

Die "Erscheinung des Herrn" in dieser Welt,
das Offenbarwerden Seiner Menschwerdung
vollzieht sich in einem langen Prozeß bis auf den heutigen Tag.
Die Ersten, die damals "verstanden", was geschah,
waren - einer alten Darstellungstradition folgend -
ausgerechnet Ochs und Esel:
Diese Traditon nimmt Bezug auf einen Jesajatext:
" Der Ochse kennt seinen Besitzer und der Esel die Krippe seines Herrn;
Israel aber hat keine Erkenntnis, mein Volk hat keine Einsicht."
(
Jes. 1,3)

In diesem Sinne sollten wir uns zu Weihnachten
etwas vom Verständnis eines Ochsen oder eines Esels wüsnchen!
Besser noch: Etwas von der Sensibilität Mariens
für das Geheimnis der Menschwerdung Gottes.
Die Bildzusammenstellung
und das Thema verdanke ich
Maria Teresa Sierra (Madrid)
Text: P.Heribert Graab S.J.

 

La Encarnación:
Navidad y Epifanía del Señor


 
Juan de Flandes, siglo XV

La Natividad es la consecuencia de la Encarnación

Diariamente nacen en todas partes del mundo niños –
también de camino, en la huída, en establos
y en lugares aún más pobres e incluso humanamente indignos.
Y, sin embargo, sobresale este único Nacimiento, que celebramos en Navidad,
por encima de todos los nacimientos de todas las épocas.
¿Por qué?

El auténtico “milagro” o mejor
lo auténticamente no imaginable, lo que nunca cabía esperar,
sucedió nueve meses antes de este Nacimiento:
En la concepción de este Niño
Dios mismo se hace hombre.
Él se convierte en nuestro Hermano,
Él se hace en todo igual a nosotros – menos en el pecado.

El pintor expresa este misterio
en su cuadro de la Anunciación
por medio de signos y símbolos tradicionales:
El ángel, como mensajero de Dios, responde de Dios mismo
que llama a María a Su servicio.
La paloma –el Espíritu de Dios-
obra en María la Encarnación de Dios
porque ella se abre totalmente a Su acción.
El lirio – no sólo patente signo de “pureza” –
responde sobre todo de esta incondicional receptividad.
El libro, que está en las manos de María, es la “Sagrada Escritura” de Dios.
María vive con la Revelación y con las promesas de Dios.
Las ha interiorizado y se abre a ellas.
Es totalmente sensible a la acción de Dios en su (de ella) presencia personal.

En lugar de celebrar el misterio de la Encarnación,
celebramos la Navidad como fiesta
del Nacimiento del Dios Encarnado.
Esto tiene un motivo:
El Nacimiento y el anuncio del mismo a los pastores
es un primer paso de la “Manifestación del Señor”
ante los ojos de “todo el mundo”.
Celebramos esta evidencia de la Encarnación
igualmente de varias formas:
Poco después de Navidad celebramos
la manifestación de Dios ante los “Magos”
que no por casualidad nosotros también llamamos “Reyes”,
pues representan a todos los pueblos del mundo.
Y, finalmente, celebramos Su Manifestación
pública ante Su pueblo
en el Bautismo de Jesús en el Jordán por Juan el Bautista.

La “Manifestación del Señor” en este mundo,
la evidencia de su Encarnación,
se consuma en un largo proceso hasta el día de hoy.
Los primeros que entonces comprendieron lo que ocurría
fueron –siguiendo una antigua tradición representativa-
precisamente el buey y el asno:
Esta tradición tiene su referencia en un texto de Isaías:
“El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su señor,
pero Israel no tiene ningún entendimiento,
mi pueblo no tiene ningún conocimiento.” (Is 1,3)

En este sentido, ¡debiéramos desearnos en Navidad
algo del conocimiento de un buey o de un asno!
Mejor aún: Algo de la sensibilidad de María
para el misterio de la Encarnación de Dios.

                                                                              Agradezco a María Teresa Sierra (Madrid)
                                                                                        la composición de imágenes y el tema.                
                                                                         Texto: P. Heribert Graab S.J.