Die
Anbetung der Könige
Das "Dreikönigssfenster" von Sankt Peter in
Köln


Dreikönigsfenster (1528)
über dem Nonnenportal von
St.Peter in Köln
Als Jesus zur Zeit des
Königs Herodes in Betlehem in Judäa geboren worden war, kamen
Sterndeuter aus dem Osten nach Jerusalem und fragten: Wo ist der
neugeborene König der Juden? Wir haben seinen Stern aufgehen sehen
und sind gekommen, um ihm zu huldigen.
Als
König Herodes das hörte, erschrak er und mit ihm ganz
Jerusalem. Er ließ alle Hohenpriester und Schriftgelehrten des
Volkes
zusammenkommen und erkundigte sich bei ihnen, wo der Messias geboren
werden solle. Sie antworteten ihm: In Betlehem in Judäa; denn so
steht es bei dem Propheten:
Du, Betlehem
im Gebiet von Juda, bist keineswegs die unbedeutendste unter den
führenden Städten von Juda; denn aus dir wird ein Fürst
hervorgehen, der Hirt meines Volkes Israel.
Danach rief
Herodes die Sterndeuter heimlich zu sich und ließ sich von ihnen
genau sagen, wann der Stern erschienen war. Dann schickte er sie nach
Betlehem und sagte: Geht und forscht sorgfältig nach, wo das Kind
ist; und wenn ihr es gefunden habt, berichtet mir, damit auch ich
hingehe und ihm huldige.
Nach diesen
Worten des Königs machten sie sich auf den Weg. Und der Stern, den
sie hatten aufgehen sehen, zog vor ihnen her bis zu dem Ort, wo das
Kind war; dort blieb er stehen. Als sie den Stern sahen, wurden sie von
sehr großer Freude erfüllt. Sie gingen in das Haus und sahen
das Kind und Maria, seine Mutter; da fielen sie nieder und huldigten
ihm. Dann holten sie ihre Schätze hervor und brachten ihm Gold,
Weihrauch und Myrrhe als Gaben dar.
Weil ihnen
aber im Traum geboten wurde, nicht zu Herodes zurückzukehren,
zogen sie auf einem anderen Weg heim in ihr Land.
Mt. 2, 1 - 12
Von der Verkündigung des Engels und
von der Geburt Jesu
berichtet des Matthäusevangelium recht kurz und aus der Sicht des
Josef.
Die "eigentliche" Weihnachtsgeschichte des Matthäus
ist dann diese Erzählung von der Huldigung der Magier
(Sterndeuter).
Diese Erzählung bildet auch - neben dem Bericht von der Taufe Jesu
im Jordan -
den ursprünglichen Kern des weihnachtlichen Festgeheimnisses:
Im Vordergrund stand zunächst die "Epiphanie" Gottes,
Sein "Erscheinen" in dieser Welt,
das Offenbarwerden Seines Lichtes in unseren Dunkelheiten.
"Ein Stern geht auf..."
Seit der Kölner Erzbischof Reinald von Dassel im Jahre 1164
die Gebeine der "Heiligen Drei Könige" von Mailand nach Köln
"überführte",
ist ihre Geschichte auch die "eigentliche" Kölner
Weihnachtsgeschichte.
Der Schrein der "Heiligen Drei Könige" in Köln
wurde zu einem der bedeutendsten Wallfahrtsziele des Mittelalters -
nach Jerusalem, Rom und Santiago de Compostella.
So ist es kein Wunder, daß es gerade in Köln
wunderbare künstlerische Darstellungen gerade dieser Geschichte
gibt.
Vielfach - so auch in der Anbetung der Könige von St.Peter -
bildet die Heilige Familie den Mittelpunkt der Komposition,
während die Könige mit ihrem Gefolge von links und von rechts
herankommen.
Der älteste der Könige hat seine Hutkrone abgelegt,
ist zur Huldigung des Kindes ehrfurchtsvoll niedergekniet
und bringt als Geschenk ein Kästchen voll mit Gold.
Der zweite König kommt von links; seine Gabe ist Weihrauch.
Der dritte bringt von rechts sein Präsent (Myrrhe) in einem
kostbar verzierten Deckelpokal.
Diese Gaben, die das Mathäusevangelium aufzählt, führten
dazu,
daß die Tradition von drei Magiern / Königen spricht.
Zu "Königen" wurden sie, weil Christen in ihnen schon sehr
früh
Repräsentanten aller Völker dieser Erde und zugleich aller
Generationen sahen:
Dementsprechend wird der "alte"König als Europäer dargestellt,
der König "in den besten Mannesjahren" als (Vorder-) Asiate,
der "junge" König als Afrikaner (Mohr = Maure).
Sie stehen also für alle damals bekannten Erdteile.
Wie so oft spielt auch diese Szene in St.Peter vor Ruinen.
Die Ruinenkrippe symbolisiert den Verfall und die Hinfälligkeit
der Welt.
In diese Welt des Auseinanderstrebens wird Jesus hineingeboren.
Er bringt neues Leben, er baut aus den Ruinen ein neues Reich,
das sich über die ganze Welt ausdehnen wird.
Er führt die Menschen in ein neues Haus, in seine weltumspannende
Kirche.
Auch symbolisiert die Ruinenkrippe die zerfallene "Burg Davids".
Aus den Ruinen des Hauses Davids
erwächst mit Jesus der neue Sproß eines Königreiches,
das alles überdauern wird.

In unserer Zeit hat das Ruinenmotiv
darüber hinaus eine höchst aktuelle Bedeutung erhalten.
Im Kölner Hauptbahnhof zeigt eine "moderne" Ruinenkrippe
das im Zweiten Weltkrieg zerstörte Köln:
Über Ruinen und Schutt der zerbomten Stadt kommen sie alle,
die Ausgebombten, die Heimatvertriebenen, die "Hamsterer", die
Kriegsversehrten,
die, die Angehörige verloren haben, die Krieg-Heimkehrer,
die Kinder, die Alten, die Elenden, die Hungernden
und nicht zuletzt der Kölner Kardinal Josef Frings -
sie alle kommen und hören die Weihnachtsbotschaft:
"Friede auf Erden..."

Heilige Familie in den Trümmern
der
romanischen Kirche Groß Sankt Martin
(Krippe im Kölner Hauptbahnhof)
La
Adoración de los Reyes
Vidriera de los
Tres Reyes de St. Peter. Colonia

Vidriera de los Tres Reyes (1528)
sobre el portal de las
monjas de St. Peter. Colonia
Cuando
Jesús había nacido en Betlehem de Judá, en tiempos
del Rey Herodes, unos magos que venían de Oriente se presentaron
en Jerusalem, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los
judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y
hemos venido a adorarle.
Cuando
oyó esto el Rey Herodes se sobresaltó y con él
toda Jerusalem. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas
del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde
había de nacer el Cristo. Ellos le contestaron: En Betlehem de
Judá, porque así está escrito en los profetas:
Y
tu Betlehem, tierra de Judá, no eres la menor entre las
principales ciudades de Judá, porque de ti saldrá un
caudillo que apacentará a mi pueblo de Israel.
Después
Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó
el tiempo de la aparición de la estrella. Después
enviándolos a Betlehem les dijo: Id e indagad cuidadosamente
sobre ese niño; y cuando le encontréis,
comunicádmelo, para ir yo también a adorarle.
Después
de estas palabras del Rey, se pusieron en camino, y he aquí que
la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos,
hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el
niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría.
Entraron en la casa; vieron al niño con María, su madre,
y, postrándose, le adoraron; luego abrieron sus cofres y le
ofrecieron dones de oro, incienso y mirra.
Y
avisados en sueños de que no volvieran donde Herodes, se
retiraron a su país por otro camino.
Mt 2,1-12
El Evangelio de Mateo informa muy
brevemente y fuera de la vista de José
del anuncio del ángel y del nacimiento de Jesús.
La “verdadera” historia navideña de
Mateo
es este relato de la adoración de los magos (astrólogos).
Este relato también constituye –
junto al relato del Bautismo de Jesús en el Jordán –
el núcleo original del misterio navideño.
En primer plano estaba la “Epifanía”
de Dios,
Su “aparición en este mundo,
la manifestación de Su Luz en
nuestras obscuridades.
“Una estrella sale…”
Desde que en tiempos del arzobispo de
Colonia Reinald von Dassel
en el año 1164 los restos mortales de los “Tres Santos
Reyes”
“pasaron” de Milán a Colonia,
su historia es también la
“verdadera” historia de Navidad de Colonia.
El relicario de los “Tres Santos Reyes” en
Colonia
se convirtió en una de las metas
más significativas de la Edad Media,
después de Jerusalem, Roma y
Santiago de Compostela.
No es ningún milagro que en Colonia
haya
maravillosas representaciones
artísticas de esta historia.
Con frecuencia – también en la
Adoración de los Reyes en St. Peter –
la Sagrada Familia forma el punto central
de la composición,
mientras los Reyes con su séquito se
acercan por la derecha y la izquierda.
El más anciano de los Reyes se ha
quitado su corona
y se arrodilla lleno de respeto para adorar
al Niño
y lleva un cofrecillo lleno de oro como
regalo.
El segundo Rey llega por la izquierda; su
don es el incienso.
El tercero trae por la derecha se presente
(mirra)
en una valiosa copa tapada y ornamentada.
Los dones, que el Evangelio de Mateo relata,
condujeron a que la tradición hable
de tres Magos/Reyes.
Se convirtieron en “Reyes” porque los
cristianos en una época
ya muy temprana vieron en ellos a
representantes
de todos los pueblos de esta tierra y de todas las generaciones:
Conforme a esto se representa al Rey
“anciano” como europeo,
al Rey “en los mejores años del
hombre”
como asiático (del Oriente
Próximo),
al Rey “joven” como africano (moro =
árabe).
Por consiguiente, representan a todos los
continentes conocidos entonces.
Con mucha frecuencia también se
representa en St. Peter
esta escena entre ruinas.
El pesebre en ruinas simboliza la
decadencia y la caducidad del mundo.
En este mundo de divergencias ha nacido
Jesús.
Él trae nueva vida, construye de las
ruinas un nuevo Reino,
que se extenderá por todo el mundo.
Él conduce a las gentes a una nueva
casa,
a Su Iglesia transformadora del mundo.
También representa el pesebre en
ruinas la “ciudad de David” destruida.
De las ruinas de la Casa de David
crece con Jesús el nuevo brote de un
Reino,
que sobrevivirá a todo.
En nuestro tiempo, las ruinas han alcanzado
además
un significado de rabiosa actualidad.
En la estación principal de Colonia
muestra un “moderno” pesebre en ruinas
la destruida ciudad de Colonia en la segunda guerra mundial.
Sobre las ruinas y escombros de la
bombardeada ciudad llegan todos,
los bombardeados, los expulsados de la
patria, los “acaparadores”,
los inválidos de guerra, los que los
parientes habían perdido,
los repatriados de la guerra, los
niños, los ancianos, los indigentes,
los hambrientos y, no en último
lugar, el Cardenal de Colonia Josef Frings –
todos ellos llegan y escuchan el mensaje de
Navidad:
“Paz en la tierra…”

Sagrada Familia en los escombros
de la Iglesia
románica de Gross Sankt Martin
(Pesebre en la
estación principal de Colonia)
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