Sieg über den Tod


Der Auferstandene befreit auch uns aus der Macht des Todes



Duccio di Buoninsegna
Aus dem Altar "Maestà", Siena, Beginn 14. Jh.
"Höllenfahrt Christi"
Nach heutigem Verständnis:
"Hinabgestiegen in das Reich des Todes"



Während die meisten Osterbilder der westlichen Tradition
die Auferstehungs- und Erscheinungsberichte der Evangelien ins Bild setzen,
steht in der östlichen Ikonenmalerei das österliche Glaubensgeheimnis im Vordergrund,
nach dem der Auferstandene als der Erste der ins Neue Leben Gerufenen
"hinabgestiegen (ist) in das Reich des Todes",
um alle Menschen aus der Macht des Todes zu befreien.
Als einer von wenigen Malern der westlichen Welt hat Duccio di Buoninsegna
dieses Motiv für die Maestà des Hochaltares des Doms zu Siena aufgegriffen.

Wie auf vielen Ikonen triumphiert Christus als Sieger über den Herrscher der Totenwelt.
In Seiner Auferstehung hat Er deren Tore gesprengt, die jetzt aufgebrochen zu Seinen Füßen liegen.
Als erste führt Er Adam und Eva aus der Dunkelheit des Todes heraus.
Den beiden Stammeltern folgen auf dem Fuß die großen Gestatlen des Alten Testamentes,
zumal König David, aber dann auch all die Namenlosen der Menschehitsgeschichte
bis auf den heutigen Tag.

Ein Hymnus des Fulbert von Chartres (+ 1029) preist dieses österliche Geschehen
und regt auch uns noch  an, in diesen Jubel einzustimmen:

Jerusalem, du neue Stadt,
gib deinen Liedern neuen Klang,
in reiner Freude darfst du jetzt
der Ostern hohes Fest begehn.

Des Todes Drache unterliegt,
der Held aus Juda siegt mit Macht,
da seiner Stimme heller Schall
die Toten aus den Gräbern ruft.

Was mit Gewalt der Tod geraubt,
gibt jetzt die Unterwelt zurück.
Befreit aus der Gefangenschaft,
folgt Jesus die erlöste Schar.

Er triumphiert in Herrlichkeit,
und weithin spannt sich seine Macht,
er eint den Himmel und die Welt
zum Reich, in dem er ewig herrscht.

Dem Herrn sei Preis und Herrlichkeit,
der aus dem Grabe auferstand,
dem Vater und dem Geist zugleich
durch alle Zeit und Ewigkeit. Amen.


Der Hymnus läßt sich auch
nach einer österlichen Melodie (Gotteslob 220) singen.


Victoria sobre la muerte

El Resucitado también nos libera a nosotros
del poder de la muerte



 
Duccio di Buoninsegna, Maiestà (1308-1311)
Catedral de Siena

Mientras que la mayor parte de las imágenes pascuales
de la tradición occidental
representan los relatos de los Evangelios
de Resurrección y Aparición,
en los iconos orientales
el misterio de la fe pascual está en un primer plano,
después de que el Resucitado,
como el primer llamado a la Nueva Vida,
“ha descendido al Reino de la Muerte”,
para liberar a todos los seres humanos
del poder de la muerte.
Duccio di Buoninsegna ha sido uno de los pocos pintores
del mundo occidental que ha hecho suyo
este motivo para la Maiestà del Altar Mayor
de la Catedral de Siena.

En cuántos iconos triunfa Cristo como vencedor
sobre el soberano del mundo de los muertos.
Con Su resurrección, Él ha hecho saltar por los aires
esas puertas, que ahora yacen caídas y abiertas a Sus pies.
A Adam y Eva los conduce los primeros
fuera de la obscuridad de la muerte.
Las grandes figuras del Antiguo Testamento, sobre todo el rey David,
les siguen a pie, pero también todas las personas anónimas
de la historia de la humanidad hasta el día de hoy.

Un himno de Fulbert de Chartres (+1029)
celebra este acontecimiento pascual
y nos anima también a nosotros,
a hacer coro a este júbilo:

Jerusalem, tú, nueva ciudad,
dale un nuevo sonido a tus cantos,
en pura alegría puedes celebrar ahora
la gran fiesta de la Pascua.

El dragón de la muerte está derrotado,
el héroe de Judá vence con fuerza,
ya que con su voz de claro sonido
llama a los muertos fuera de las tumbas.

Lo que fue robado con la fuerza de la muerte,
ahora lo devuelve el mundo inferior.
Liberada de la cautividad,
sigue a Jesús la multitud salvada.
 
Él triunfa en gloria,
y en gran medida se expande su poder,
él unifica el cielo y el mundo como Reino,
en el que Él reina eternamente.

Al Señor sea dada alabanza y gloria,
El cual resucitó de la tumba,
al Padre y al Espíritu Santo al mismo tiempo,
en todo época y en la eternidad. Amén
El himno también se puede cantar
en una melodía pascual (Gotteslob 220)


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