"Der siebte Tag"





Die Schöpfung - Der siebte Tag
  Eva Degenhardt (Köln)
in Uwe Seidel "Fällt ein Stern aus der Bahn"
tvd-Verlag Düsseldorf, 1988

  Am siebten Tag ruhte Gott, nachdem Er Sein ganzes Werk vollbracht hatte.
Und Gott segnete den siebten Tag.
So heißt es im Schöpfungsbericht der Bibel (Gen. 2, 2-3).
  Gottes Segen ruht also nicht nur auf der Arbeit des Menschen,
sondern nicht weniger auf den Ruhephasen seines Lebens.
Und das gilt wohl nicht nur für den 'Tag des Herrn' in der Woche.
Es trifft ebenso zu für Urlaubszeiten im Laufe des Jahres,
die ja ihre Entsprechung finden im Rhythmus der Natur.

Eva Degenhardts Schöpfungsbilder haben einen unmittelbaren Bezug zur Schöpfung:
"Aus Erde genommen, getränkt und geschwängert vom Wasser,
getrocknet von der Luft, gehärtet im Feuer
entstehen die Träume, Bilder eine neuen Schöpfung."
Auch das Bild des siebten Tages ist aus den vier Elementen komponiert,
und die verwandten Materialien, zumal Sand und Erdfarben,
wecken spontan Assoziationen von Urlaubserfahrungnen,
eigenen Begegnungen mit der Schöpfung,
sowie "Träumen und Bildern einer neuen Schöpfung",
in der auch unser Alltag verwandelt sein wird in eine von Gottes Liebe geprägte Welt.

Solche 'Urlaubserfahrungen', die uns in unmittelbaren Kontakt bringen
mit der Erde, von der wir genommen sind, und mit Gottes Schöpfung überhaupt,
erschließen uns zugleich einen neuen Zugang zu uns selbst.
Vielleicht erspüren wir sogar - wenigstens unreflektiert - unsere eigene 'Mitte',
die sich letztlich definiert aus der biblischen Überlieferung,
nach der Gott sprach: "Laßt uns Menschen machen als unser Abbild, uns ähnlich." (Gen. 1, 26).
Daß Eva Degenhardts "Siebter Tag" von einer Spirale zur Mitte hin bestimmt wird,
mag genau dies zum Ausdruck bringen.

Sie selbst jedenfalls schreibt zu diesem Bild und den Schöpfungsbildern überhaupt:
"Aus der Liebe zur Erde und der Sehnsucht nach dem Himmel
wächst in mir ein neues Gefühl, eine Spanunng
zwischen Himmel und Erde; wenn die Liebe geerdet wird,
schafft aus dem All eine neue Schöpfung, Gott.
Und siehe, es war sehr gut."




"El séptimo día"


 



La creación – El séptimo día
Eva Degenhardt (Colonia)
en Uwe Seidel “Una estrella corta el camino”
tvd-Editorial Dusseldorf, 1988


El séptimo día Dios descansó, después de que
Él hubo terminado toda Su obra.
Y Dios bendijo el séptimo día.
Así se expresa en el relato de Creación de la Biblia (Gn 2,2-3).
Por tanto, la bendición de Dios no sólo descansa
sobre el trabajo del ser humano,
sino también sobre las fases de descanso de la vida.
Y esto no sólo es válido para el “día del Señor” en la semana.
Precisamente alcanza los tiempos de descanso a lo largo del año,
que hallan su equivalente en el ritmo de la naturaleza.
Las imágenes de la creación de Eva Degenhardt
tienen una inmediata referencia a la Creación.
“Los sueños, imágenes de una nueva Creación, se originan
tomados de la tierra, empapados e impregnados de agua,
secados por el aire, endurecidos en el fuego.”
También la imagen del séptimo día está compuesta
de los cuatro elementos,
y los materiales afines, sobre todo la arena y los colores terrosos
despiertan espontáneamente asociaciones
de experiencias de vacaciones,
de encuentros propios con la Creación,
así como “sueños e imágenes de una nueva creación”,
en la que también nuestra vida cotidiana se transformará
en un mundo marcado por el amor de Dios.

Tales ‘experiencias de vacaciones’, en las que tomamos contacto inmediato con la tierra, de la que hemos salido,
y, en general, con la Creación de Dios,
nos abren a la vez a un nuevo acceso a nosotros mismos.
Quizás percibamos incluso – como mínimo no reflejado-
nuestro propio ‘centro’,
que se define en último caso en la tradición bíblica,
según la cual Dios dijo:
“Hagamos al ser humano a nuestra imagen,
semejante a nosotros” (Gn 1,26).
Esto ciertamente lo puede expresar el que “El séptimo día”
de Eva Degenhardt esté en el centro de una espiral.
En todo caso ella misma escribe sobre esta imagen
y las imágenes de la Creación en general:
“Del amor a la tierra y de la nostalgia del cielo,
crece en mí un nuevo sentimiento, una tensión
entre cielo y tierra; si el amor es conectado a tierra,
Dios hace del universo una nueva Creación.
Y vio, que era muy bueno.”

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