"Bischofstäbe"
Ein
"aufmüpfiges" Bild
zum Frühling

Foto:
Heribert Graab
Explosionsartig breitet
sich in diesem Jahr der Frühling aus.
Wir freuen uns an der Fülle der Blüten - obwohl sie auch
schnell wieder verblühen.
Unauffälliger sind die jungen Triebe des Farns, die sich im
Frühling 'entrollen'
und mich für kurze Zeit an die Hirtenstäbe unserer
Bischöfe erinnern.
Mich inspirieren sie zu 'aufmüpfigen' Gedanken:
So eine Farnpflanze treibt gleich viele 'Bischofsstäbe' aus - wie
unsere Kirche auch.
Hat schon mal jemand ernsthaft darüber nachgedacht,
Bistümer so zusammenzulegen, wie seit Jahren Pfarreien
zusammengelegt werden?
Ob nicht auch da viel Geld einzusparen wäre und vermutlich auch
etliche Priester,
über deren pastoralen Dienst 'an der Basis' sich aufgelöste
Gemeinden freuen würden?
Bei der Betrachtung des Farns fällt mir auf, wie lebendig der ist
und sich entfaltet.
Die kirchlichen Bischofsstäbe dagegen sind in der Regel kunstvoll
aus Metall gefertigt.
Sie könnten gewiß ein Symbol sein für jenes Leben, das
den Farn 'real' wachsen läßt.
Vermutlich geht es unseren Bischöfen wirklich um eine lebendige
Kirche.
Ob ihnen wohl auch in den Sinn kommt, daß
kirchliche Bürokratie und Regelwut 'von oben'
nicht weniger lebensfeindlich ist als staatliche Bürokratie und
übermäßige Regulierung?
Scheint's haben die kürzlich in Rom versammelten Kardinäle
dem neu gewählten 'Bischof von Rom' Franziskus eindringlich mit
auf den Weg gegeben,
seine vatikanische Kurie zu reformieren.
Aber hat beispielsweise in Deutschland schon mal jemand ernsthaft
darüber nachgedacht,
daß möglicherweise auch Bischofskurien durch mutige Reformen
gewinnen
und mehr zum Leben der Kirche beitragen würden?
Vor Jahren schon sagte mir ein chilenischer Bischof angesichts eines
deutschen Generalvikariates:
"Was ihr da in diesem großen 'Kasten' habt, habe ich daheim in
einer
einzigen Schreibtischschublade."
Es könnte ja glattweg sein, daß - ein weing abgespeckt -
auch der Stab des
Bischofs wieder ein Lebenszeichen würde -
wie die 'Bischofsstäbe' des Farn im Frühling.
Imagen para la Primavera
"Báculos Episcopales"

Foto: Heribert Graab
Este año la primavera se propaga de forma explosiva.
Nos alegramos por la exuberancia de las flores,
aunque también se marchitan rápidamente.
Discretamente se ‘desarrollan’ los brotes tempranos del
helecho
y a mí me recuerdan por corto tiempo
los báculos pastorales de nuestros Obispos.
Me inspiran pensamientos ‘respondones’:
La planta del helecho echa al mismo tiempo
muchos ‘báculos episcopales’ – como
también nuestra Iglesia.
¿Ha reflexionado ya alguien seriamente
sobre colocar Obispados juntos
como hace años se colocaban juntas parroquias?
Aunque tampoco se trate de ahorrar mucho dinero
y probablemente tampoco algunos sacerdotes,
¿las comunidades parroquiales deshechas no se alegrarían
por su servicio pastoral básico?
Ante la contemplación del helecho se me ocurre
lo vital que es y cómo se desarrolla.
Por el contrario, los báculos episcopales eclesiásticos
son hechos, por regla general, de forma artística y de metal.
Ciertamente podrían ser un símbolo para aquella vida,
que el helecho deja crecer ‘realmente’.
Probablemente para nuestros Obispos se trata
en realidad de una Iglesia viva.
¿Y si ellos también percibiesen que la burocracia
eclesial y
la furia reguladora ‘de arriba’
no es menos hostil a la vida
que la burocracia estatal y la exagerada regulación?
Parece que los cardenales reunidos en Roma hace poco
han pedido con insistencia a Francisco, el ‘Obispo de Roma’
recientemente elegido,
que reformase su curia vaticana.
Pero en Alemania ¿alguien ya ha reflexionado seriamente sobre
esto
para que en la medida de lo posible también las curias
episcopales
llevasen a cabo reformas valientes
y así contribuyesen más a la vida de la Iglesia?
Hace años un Obispo chileno ya me dijo
en presencia de un vicario general alemán:
”Lo que tenéis en esta gran ‘caja’,
lo tengo yo en mi tierra en un solo cajón de la mesa de
escritorio.”
Lisa y llanamente podría ser que –un poco adelgazado-
también el báculo del Obispo fuera de nuevo un signo de
vida,
como lo es el ‘báculo episcopal’ en primavera.
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