La
Tentación de
Jesús

Pesebre anual de St. Michael:
Escena del Evangelio de la tentación de Jesús
Evangelio
del Primer Domingo (A)
(Mt 4,1-11)
Entonces el Espíritu llevó a Jesús al desierto,
para que el diablo lo
pusiera a prueba. Después de ayunar cuarenta días y
cuarenta noches,
sintió hambre. El tentador se acercó entonces y le dijo:
Si eres el
Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes.
Jesús le respondió:
Está escrito: No
sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la
boca de Dios.
Después el diablo lo
llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del Templo y le
dijo:
Si eres e Hijo de Dios,
tírate abajo, porque está escrito: Dará
órdenes
a sus ángeles para que te lleven en brazos, de modo que tu pie
no
tropiece en piedra alguna.
Jesús le dijo: No
tentará al Señor tu Dios.
De nuevo lo llevó consigo
el diablo a un monte muy alto, le mostró todos los reinos del
mundo con su gloria y le dijo:
Todo esto te daré, si te
postras y me adoras.
Entonces Jesús le dijo:
Márchate, Satanás,
porque está escrito: Adorarás al Señor tu Dios y
sólo a él le servirás.
Entonces el diablo se
alejó de él, y unos ángeles se acercaron y le
servían.

Duccio die Buoninsegna (um
1255 - 1319)
La Tentación de
Jesús (1308
- 1311)
Explicación
Desde Adam y Eva, desde Caín y Abel, el mal
gana cada vez más influencia en este mundo y se multiplica como
virus peligroso entre las personas. Ya pocas generaciones
después de Caín pone la Biblia en la boca de sus
descendientes (Lámech) las palabras: “Por una herida
mataré a un hombre, a un muchacho por un golpe; si a Caín
se le venga siete veces, a Lámec, setenta y siete.” Gn 4,23.
Como una obscura sombra se coloca la maldad sobre la humanidad. Su
poder aparece tan terriblemente, que muchos opinan que el mal no puede
venir sólo de los seres humanos sino que tiene que tener su
origen en un ser prepotente, que se denomina “demonio” o también
“Satán”. Se cree que en último término sobre
él se funda todo el desorden en el mundo. Intenta impedir el
bien, seducir al ser humano y ganarle para su ámbito de
influencia.
La doctrina sobre el “demonio” es también
discutida entre los cristianos. En el Credo no se encuentra el demonio,
aunque él es denominado en la Biblia con frecuencia. Algunos ven
en él un ser real, otros un símbolo evidente. “Creer en
el demonio” puede ser peligroso: Sin darse cuenta, las personas pueden
con ello suprimir su responsabilidad en el mal y desplazar su culpa al
demonio.
Por otra parte, sin embargo, nadie es inmune a que la sombra del mal
también le alcance y se convierta para él en
tentación. Ni siquiera Jesús de Nazareth es exceptuado de
esto y tampoco los “santos”. En el núcleo del relato de la
tentación de Jesús se trata, sin embargo, de un alegre
mensaje. Nos alienta a confiar en nuestro poder de resistencia, que nos
es regalado del mismo modo que le fue regalado entonces a Jesús
en el desierto. Conforme a esto se dice en la Primera Carta a los
Corintios de Pablo: “Ninguna prueba habéis tenido que rebase lo
soportable, y podéis confiar en que Dios no permitirá que
seáis puestos a prueba por encima de vuestras fuerzas; al
contrario, junto a la prueba os proporcionará fuerzas
suficientes para superarla.” (1 Cor 10,13)
Nuestro pesebre:
En la soledad del “desierto”
Jesús está sólo consigo mismo y con la
fuerza de su fe. ¡De esto no se libra nadie! El “tentador”
está
proyectado en el lenguaje simbólico tradicional como una sombra
en la
pared sobre la ciudad. Ciertamente en esta ciudad están “todas
las
luces apagadas” una indicación de lo que sucede cuando los seres
humanos dan cabida al poder del mal. En nuestra escena del pesebre
únicamente está bañada en luz la figura de
Jesús en cuclillas que
resiste la tentación. |