Desde siempre las personas se
ponen máscaras – y no sólo en cuaresma. Ya en las
primeras páginas de
la Biblia se informa de que el mismo “demonio” ha tentado a las
personas bajo la máscara de una serpiente, para querer ser
más de lo
que son, y por consiguiente, para llevar máscaras.
Gen 3,1-6:
La serpiente era el
más astuto
de todos los animales del campo que Yahweh Dios había hecho. Y
dijo a
la mujer: “¿Cómo es que Dios os ha dicho: No
comáis de ninguno de los
árboles del jardín?” Respondió la mujer a la
serpiente: “Podemos comer
del fruto de los árboles del jardín. Mas del fruto del
árbol que está
en medio del jardín, ha dicho Dios: “No comáis de
él ni lo toquéis, so
pena de muerte.” Replicó la serpiente a la mujer: “De ninguna
manera
moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que
comiereis de él,
se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores
del bien y del
mal.”
Y como
viese
la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a
la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su
fruto y comió, y
dio también a su marido que igualmente comió.
Como
esto no era suficiente –
según el testimonio del Evangelio, el “tentador” se
aproximó también al
mismo Jesús. También Le propuso ponerse
“máscaras”: la máscara de un
mago, la máscara de un poderoso de la tierra, la máscara
del
invulnerable.
Lc 4,1-13:
Jesús, lleno del Espíritu
Santo,
se volvió del Jordán, y fue conducido por el
Espíritu al desierto y
durante cuarenta días tentado por el diablo. No comió
nada en aquellos
días y, al cabo de ellos, sintió hambre.
Entonces el diablo le
dijo: “Si
eres el Hijo de Dios, di a esta piedra
que se convierta en pan.” Jesús le respondió:
“Está escrito: “No sólo
de pan vive el hombre.”
Llevándole a una
montaña le mostró en un instante todos los reinos de
la tierra; y le dijo el diablo: “Te daré todo el poder y la
gloria de
estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a
quien
quiero. Si me adoras, toda será tuya.” Jesús le
respondió: “Está
escrito: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a
Él darás culto.”
Le llevó a
Jerusalem y
Le puso sobre el alero del Templo, y le dijo:
“Si eres el Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque
está escrito: A
sus ángeles te encomendará para que te guarden. Y: En sus
manos te
llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna.”
Jesús le
respondió: “Está dicho: No tentarás al
Señor tu Dios.”
Acabada la
tentación el
diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno.
Sin
embargo, por otra parte,
Jesús mismo promete “disfrazarse”, es decir, llevar
máscara y nos
invita a descubrirLe detrás de estas máscaras.
Mt 25-35-40:
Porque tuve hambre, y
me disteis
de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me
acogisteis; estaba desnudo y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis;
en la cárcel, y vinisteis a verme.
Entonces
los
justos Le responderán: “Señor, ¿cuándo te
vimos
hambriento, y Te dimos de comer; o sediento, y Te dimos de beber?
¿Cuándo Te vimos forastero y Te acogimos; o desnudo y Te
vestimos?
¿Cuándo Te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos
a verTe? Y el Rey les
dirá: “En verdad, os digo que cuanto hicisteis a uno de estos
hermanos
míos más pequeños, a Mí me lo hicisteis.
Pero sobre todo, podemos
confiar
en que Dios nos conoce como somos y nos acepta como somos:
Del Salmo 139:
Señor, Tú
me sondeas y me conoces.
Sabes
cuando
me siento y cuando me levanto.
Desde
lejos
conoces mi pensamiento.
El que
esté andando o acostado, Te es conocido;
familiares
Te son todas mis sendas.
Aún
no está la Palabra en mi lengua
y ya
Tú, Señor, la conoces entera.
Me
aprietas
por detrás y por delante
y
tienes
puesta sobre mí Tu mano.
Tu
saber es
misterioso para mí,
tan
alto que
no puedo alcanzarlo.
¿A
dónde iré yo lejos de tu Espíritu,
a
dónde podré huir de tu rostro?
Si
hasta los
cielos subo, allí estás Tú,
si en
el sol
me acuesto, allí Te encuentras.
Si
tomo las
alas de la aurora,
si voy
a
parar a lo último del mar,
también
allí tu mano me conduce,
tu
diestra
me aprehende.
Aunque
diga:
“¡Me cubra al menos la tiniebla,
y la
noche
sea en torno a mí un ceñidor!”
ni la
misma
tiniebla es tenebrosa para Ti,
y la
noche
es luminosa como el día.
Porque
Tú has creado mi interior,
me has
tejido en el vientre de mi madre;
y te
doy
gracias por tantas maravillas;
prodigio
soy, prodigios son tus obras…
¡Sondéame,
oh Dios, conoce mi corazón
pruébame,
conoce mis pensamientos;
mira
que no
haya en mí camino de dolor
y
llévame por el camino eterno.!
Nuestras
escenas de pesebre:
Delante de las puertas de Jerusalem,
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la vida animada como siempre.
Sin embargo, llama la atención que en medio de la vida diaria
todos
lleven máscaras –salvo uno: lateralmente entra Jesús –sin
máscara.
Observa la actividad e invita a las gentes a ser ellas mismas. |
Incluso el mendigo lleva una
máscara
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